El Gobierno admite errores, y el campo va por más

Un 6%. Esa es la diferencia actual entre el Gobierno y el campo, enchastrados en un conflicto de 80 días que preocupa a todos y empieza a aburrir a muchos.

Según el presidente de CRA, Mario Llambías, los anuncios oficiales de ayer mantienen las retenciones a la soja en el 41% (a los actuales 480 dólares la tonelada); y las entidades rurales se darían por conformes con el 35%.

Un 6% es mucho o poco dinero, pero no parece ser en sí mismo una distancia tan extrema como para continuar una batalla en la que todos pierden.

El gran problema es que este conflicto nació por distancias económicas, pero se mantiene por distancias políticas.

El acto masivo del campo en Rosario disparó las decisiones: el Gobierno cortó el diálogo; los ruralistas volvieron al paro; el Gobierno movió de vuelta y puso techo a las retenciones.

Pero ese techo es a futuro y el campo quiere rebajas ahora a lo que debe tributar. Así justifica su rechazo a las nuevas medidas.

Al mantener su paro, los ruralistas no ven o no quieren ver que el Gobierno cedió, admitió un error (hito histórico en la administración K). En definitiva, que hizo un gesto de reacercamiento, tal vez algo tardío.

Critican la decisión, también, por unilateral: las autoridades tienen el derecho de tomar decisiones, y muchas veces éstas disgustan a sus destinatarios, sobre todo en el tema impuestos.

Exigen acordar las medidas. Pero siguen subidos al caballo e insisten en que la condición de diálogo es que se cumpla su reclamo en forma total.

Aunque con alguna disidencia interna, el campo ahora va por sumar a comercios, industrias y servicios del interior. ¿Pero tiene margen social para profundizar este conflicto?